¿Qué es la escalabilidad y cómo implementarla?

Todos los emprendedores tienen el objetivo de fundar una empresa basada en un modelo de negocio que les proporcione rentabilidad. Sin embargo, no todas están preparadas para asumir los mismos riesgos ni para llegar a ella del mismo modo.

Generalmente, los negocios tradicionales, como puede ser una tienda física u online, solo consiguen aumentar sus beneficios y sus márgenes de rentabilidad incrementando sus costes. Esto se debe a que tienen que hacer frente a la compra de materiales, al alquiler de nuevas infraestructuras o a la contratación de nuevo personal.

Sin embargo, las startups son más ambiciosas y apuestan por modelos escalables que, en caso de triunfar, les brindarán beneficios extremadamente altos sin que ello les obligue a multiplicar sus gastos. Esto es lo que en el mundo de los negocios se denomina escalabilidad. 

  1. ¿Qué es la escalabilidad en una startup?
  2. ¿Cómo se mide la escalabilidad?
  3. Tipos de escalabilidad de un proyecto
  4. ¿Cómo escalar un proyecto o negocio?
  5. Importancia de la escalabilidad en una startup

¿Qué es la escalabilidad en una startup?

La escalabilidad se define como la capacidad de un negocio para multiplicar exponencialmente sus ingresos y beneficios, manteniendo el consecuente aumento de costes en una constante lineal. Sin duda, se trata del objetivo primordial de todo emprendedor, ya que implica también un incremento notable del valor del negocio en el mercado.

La mayoría de startups se basan en modelos escalables de negocio debido a sus propias características intrínsecas, dado que son empresas emergentes que ofrecen soluciones innovadoras a partir del uso de las nuevas tecnologías. En muchos casos, su objetivo es alcanzar la rentabilidad para, posteriormente, venderse por cifras que multiplican decenas o cientos de veces la inversión realizada.

Para entender mejor por qué este tipo de empresas se basan en modelos escalables, basta con citar algunos ejemplos de startups. Fue el caso, en su momento, de Microsoft, que realizó una fuerte inversión inicial para desarrollar su sistema operativo Windows. Sin embargo, una vez que estuvo terminado y fue lanzado al mercado, se vendieron millones de copias sin apenas requerir de un incremento de los costes.

Lo mismo podemos decir de Epic Games, la compañía que se ha hecho mundialmente famosa gracias al videojuego Fortnite. O de OpenAI, cuyos sistemas de inteligencia artificial generativa de texto (ChatGPT) y de imagen (DALL-E) han marcado un antes y un después en el panorama tecnológico mundial.

Sin embargo, no todas las startups se centran en el desarrollo de software. Por ejemplo, Nvidia también en su momento un negocio de este tipo, pero enfocado en la creación de hardware. Hoy en día, sus chips gráficos son los mejores del mundo y han llevado a la compañía a tener cotizaciones en bolsa superiores a 400 dólares por acción.

¿Cómo se mide la escalabilidad?

Hay tres conceptos que sirven para medir la escalabilidad de una startup:

  • Ingresos: es el total de dinero que recibe la startup por la comercialización de los productos y servicios que desarrolla.
  • Costes: tanto estructurales y fijos como variables. Es decir, el dinero que necesita el emprendedor para mantener operativa su empresa.
  • Rentabilidad: el margen de beneficios obtenidos tras restar los costes a los ingresos.

A continuación, hay que definir un período de tiempo en el que se quiere medir la escalabilidad. Lo normal es elaborar gráficas anuales que, a su vez, tengan divisiones mensuales. De este modo, es muy fácil comprobar si estamos ante un negocio escalable o no.

Si hacemos una gráfica de un negocio convencional a partir de estos tres datos, no tardaremos en darnos cuenta de que los ingresos, costes y rentabilidad se representan de forma lineal. Esto implica siempre que, para que la rentabilidad crezca, es necesario que también lo hagan de forma proporcional los ingresos y los gastos.

En una startup con un modelo de negocio escalable no sucede así. En un comienzo, la línea de costes, que es la única que se mantendrá siempre lineal, estará por encima de los ingresos. Sin embargo, cuando el producto o servicio empiece a comercializarse, las correspondientes a los ingresos y rentabilidad crecerán de forma exponencial. Siempre y cuando, claro está, tenga éxito en el mercado.

Por todo ello, es posible afirmar que la escalabilidad se puede medir en tres dimensiones diferentes:

  • Escalabilidad en carga: se trata de un modelo muy útil cuando el negocio tiene que operar con cargas de trabajo más altas o bajas según el momento. El objetivo de esta medición es comprender cómo ampliar y reducir los recursos necesarios para hacerles frente.
  • Escalabilidad administrativa: este caso se aplica a aquellas startups cuyas soluciones son compartidas por un elevado número de organizaciones.
  • Escalabilidad geográfica: se emplea cuando los clientes de la empresa se encuentran en puntos muy diversos del planeta y muestra cómo el negocio es capaz de mantener su utilidad y usabilidad a pesar de este desafío.

Tipos de escalabilidad de un proyecto

En líneas generales, existen dos tipos de escalabilidad. Lo ideal es elegir el modelo en el mismo momento de fundar la startup, ya que el paso de uno a otro puede ser bastante complejo. 

Vertical

El modelo de escalabilidad vertical es el más sencillo de los dos. En concreto, se basa en la adición de recursos a un nodo concreto del sistema con el propósito de hacer que su rendimiento mejore en conjunto.

Por ejemplo, imaginemos a una startup que ha desarrollado una determinada solución de software basada en la nube. En este caso, añadir un disco duro con mayor memoria y capacidad de procesamiento de datos implica inmediatamente un mejor rendimiento global.

El esfuerzo económico requerido por este tipo de escalabilidad es muy bajo. Y es que, aunque sea necesaria la compra de hardware de respaldo, no requiere de modificar en modo alguno el software, es decir, el producto que comercializa la startup. Además, es fácil de implementar.

Sin embargo, también tiene algunos inconvenientes. Por ejemplo, limita el crecimiento del negocio a la disponibilidad del hardware e implica que cualquier fallo en él detenga el funcionamiento de la aplicación.

Horizontal

Este sistema es bastante más complejo, pero también mucho más efectivo. En concreto, no se basa en añadir recursos a un nodo, sino en incrementar el número de nodos y en desarrollar un sistema modular.

Volvamos al ejemplo anterior. En este caso, lo que haría la startup sería crear un cluster o red de servidores para dar soporte a su solución de software. Evidentemente, cada uno de ellos tiene una función determinada, lo que agiliza enormemente su funcionamiento. En caso de que se añadan más opciones a la aplicación, habrá que agregar nuevos servidores.

La principal ventaja de este modelo respecto al vertical es que hace posible un crecimiento teóricamente infinito, ya que no está limitado por la compra de hardware. Además, aporta una mayor estabilidad a la solución, lo que se debe a que si un nodo falla el resto continúa operativo. También ofrece excelentes prestaciones en situaciones de alta demanda.

Sin embargo, tiene sus contras. Por ejemplo, requiere de mucho mantenimiento y entraña una dificultad de configuración bastante alta. También exige mayores infraestructuras e implica un elevado coste de adaptación de la aplicación si no fue diseñada de forma nativa para este tipo de sistema escalable.

¿Cómo escalar un proyecto o negocio?

La escalabilidad es el “santo grial” de todo emprendedor. Sin embargo, nunca sucede por casualidad. Para lograrla es necesario tener en cuenta todos estos aspectos:

  • Crear una base realmente sólida: para ello, dedicar tiempo, esfuerzo y recursos económicos en las fases iniciales se antoja fundamental. No solo hay que diseñar el producto o servicio, sino también automatizar todos los procesos que sean posibles.
  • Elegir adecuadamente el modelo de negocio: será imposible escalar un negocio si el modelo elegido no lo admite. El objetivo es siempre construir un producto o servicio que, aunque requiera una fuerte inversión inicial, luego pueda comercializarse de forma casi indefinida sin que sus costes de mantenimiento se disparen.
  • Elaborar un plan estratégico: en él deben mostrarse todos los pasos que se deben dar desde el momento en el que se funda la startup hasta que el producto o servicio es vendido al gran público. Se trata de una guía que te dirá qué hacer en todo momento y que te permitirá estar preparado ante cualquier desafío u oportunidad.
  • Aprovechar recursos externos: el outsourcing o externalización de los servicios es clave para cualquier startup. ¿El motivo? Permite conseguir mano de obra cualificada a un precio inferior a si contratase a los empleados por sí misma.
  • Poner el foco en las fortalezas: este consejo está directamente relacionado con el anterior. Los recursos de una startup suelen ser bastante limitados, por lo que siempre debe centrarse en sus puntos fuertes y delegar en terceros aquellos en los que no está especializada.

Seguir todas estas recomendaciones te será muy útil para crear un modelo de negocio escalable. Es más, llevará a desarrollar un producto mínimo viable que mostrar a los inversores potenciales y que ayudará a obtener la financiación necesaria para seguir creciendo.

Importancia de la escalabilidad en una startup

La escalabilidad es el objetivo primordial de las startups y parte fundamental de su estrategia desde su nacimiento. Es cierto que no es fácil de conseguir y que muchas empresas de este tipo fracasan por el camino. Sin embargo, aquellas que la logran multiplican automáticamente su valor, lo que las lleva a alcanzar cotas de éxito absolutamente inesperadas.

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