Cómo montar una tienda de comercio justo
Los criterios éticos y de sostenibilidad están -afortunadamente- cada día más presentes en nuestras vidas y en nuestros hábitos de consumo. La revolución tecnológica ha producido una generación de consumidores bien informados, conscientes de las injusticias presentes en las cadenas de producción y comprometidos a poner de su parte para depurar estos abusos.
La proliferación de los establecimientos de comercio justo responde directamente a la demanda creciente de artículos comercializados de forma equitativa y respetuosa con los productores de las materias primas. Comprando en estos comercios, el usuario final tiene la garantía de no estar contribuyendo a la explotación laboral y comercial de los países en desarrollo. Y abrir una de estas tiendas no es sólo una muy viable forma de emprendimiento, sino un modo de construir una economía global libre de asimetrías y atropellos.
Índice
De qué hablamos
Según la Organización Mundial de Comercio Justo (WFTO), es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto. El comercio justo busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales.
Asimismo, las interacciones económicas basadas en los principios de comercio justo contribuyen al desarrollo sostenible, ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores y trabajadores desfavorecidos, especialmente en el hemisferio sur.
El comercio justo no es, por tanto, una iniciativa solidaria ni un acto de caridad. Es una rúbrica que garantiza la trazabilidad de los productos que se ponen en el mercado: que el cacao del chocolate que entra en tu nevera no ha sido cultivado quemando cientos de hectáreas de selva; o que las zapatillas que metes en tu armario no han sido cosidas por un niño de siete años.
A día de hoy, el comercio justo es todo un movimiento internacional. Se organiza en una red global en cuyo sostenimiento colaboran empresas, ONGs y organizaciones ad hoc, además de asociaciones de consumidores y otras agrupaciones de la sociedad civil.
Vender productos de comercio justo
Además de las licencias y los trámites administrativos requeridos para abrir cualquier establecimiento de venta al público, las mercancías que los proveedores proporcionen a la tienda tienen que contar con un sello de garantía. Este certificado identifica a los productos de comercio justo.
WFTO se encarga de avalar que los procesos de producción de una empresa u organización cumplen con los estándares exigidos. La Coordinadora Estatal de Comercio Justo, miembro de WFTO, es la principal organización de España en este ámbito.
Además, WFTO reconoce a una serie de certificadoras: Fairtrade International, Ecocert, Fundeppo, IMO-Fair for life y Naturland. Estas entidades son las que conceden el sello de comercio justo.
Abriendo un establecimiento de este tipo se entra en una cadena económica al margen del comercio convencional, fuertemente supervisada. En todos sus eslabones rigen los siguientes principios y metas:
- Creación de oportunidades para los productores humildes.
- Transparencia y equidad en las relaciones de negocio.
- Precios honrados y proporcionales en todas las interacciones comerciales.
- Ausencia de trabajo infantil y trabajo forzoso.
- Compromiso con la igualdad racial y de género y respeto a los derechos laborales (libertad de asociación, huelga, sindicación, etc.).
- Seguridad en el entorno laboral.
- Publicidad y promoción honestas.
- Medios de producción respetuosos con el medio ambiente.
Esta cadena comienza con los productores de las materias primas -radicados en regiones pobres o países en vías de desarrollo- y termina en el consumidor final. Como comerciante, el impulsor de una tienda de comercio justo está situado justo en medio: sobre sus hombros recae la responsabilidad de convertir las expectativas en ventas.
Una red de confianza
No obstante, el emprendedor no está solo en el envite. Cuenta con el apoyo de las entidades importadoras de los productos, que ejercen el papel de intermediarias entre los productores y las tiendas. Se trata de cooperativas, empresas u organizaciones solidarias que compran la mercancía directamente a los productores. El precio que pagan cubre los gastos de producción y aporta, además, un excedente que constituye el beneficio de venta y un margen para poder reinvertir.
Hablando de beneficios, uno de los temores que asaltan a cualquier empresario es el precio al que tendrá que comercializar las mercancías para salir adelante. Los productos de comercio justo tienen un precio más alto que los convencionales, pues la cadena productiva carece de las inequidades que abaratan el proceso.
No obstante, esta circunstancia no debe ser un motivo de preocupación. El consumidor de este tipo de bienes sabe qué compra y por qué lo compra, y conoce los motivos del encarecimiento. El emprendedor hará bien, por tanto, en concentrarse en la metodología que hace exitoso cualquier negocio: organización, diligencia y una estrategia comercial adecuada.