Auditoría energética: ¿qué es, beneficios y cuándo hacerla en tu empresa?
La Agenda 2030, el objetivo de la Unión Europea de alcanzar la neutralidad en carbono en 2050 y el volátil contexto energético actual están movilizando y acelerando la transición de las empresas hacia modelos de negocio fuertemente condicionados por parámetros de sostenibilidad y eficiencia energética.
En este sentido, la auditoría energética es una herramienta fundamental para su racionalización y ahorro, pues supone una oportunidad para reducir su consumo, la dependencia del exterior y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esto lo consigue -de ahí su importancia y utilidad-, no solo determinando, en el momento de realizarse, el consumo de una instalación u operación industrial, de un servicio o de un edificio o grupo de edificios, sino que cuantifica las posibilidades de ahorro de energía. Además, lo hace con una propuesta a la medida de acciones para mejorar costes y rentabilidad a corto, medio y largo plazo.
¿Qué es una auditoría energética?
Uno de los principales gastos de un negocio es la energía que se consume. Una auditoría energética es el estudio y análisis de los flujos de energía en un edificio, industria, proceso o sistema. Su finalidad primordial es buscar e identificar las diferentes oportunidades de reducción de consumos y, por tanto, de ahorro energético y económico.
¿Cómo se hace una auditoría energética?
Normalmente, la auditoría requiere de varias fases en su desarrollo que se centran en recoger información, realizar mediciones de campo, contrastar los datos disponibles con las mediciones directas así como presentar un informe con la formulación y evaluación de propuestas de eficiencia y ahorro.
Por ello, el auditor energético deberá entrevistarse con el responsable de la empresa a fin de analizar cuál es la gestión energética que se lleva a cabo en sus instalaciones. A continuación, será necesario un trabajo de campo, como visitar físicamente tales lugares, hacer mediciones, fotografías y comprobaciones, para conocer realmente cuál es el consumo energético del negocio en cuestión y dónde están los márgenes de mejora.
Entre los elementos claves a estudiar figuran la red eléctrica de la empresa, el nivel de aislamiento térmico de los edificios, sus sistemas de iluminación y de calefacción/climatización, si se dispone de dispositivos de regulación y control, si se han integrado energías renovables, etcétera.
Tras el análisis detallado de todos los elementos, se elabora un documento en el que se muestran tanto los resultados de la auditoría como las propuestas de mejora y las recomendaciones, así como la viabilidad económica del plan de acción propuesto.
Una buena auditoría energética no aporta datos de forma genérica, sino que se adapta a las particularidades de cada edificio/empresa/proceso para fijar su gasto real, necesidades, parámetros con exceso de consumo y medidas a implementar para disminuirlo.
¿Cuándo es obligatoria una auditoría energética?
El Real Decreto 56/2016, de 12 de febrero, que traspone la directiva europea 2012/27/UE, establece la obligación de realizar auditorías energéticas para las grandes empresas o grupos de sociedades, entendiendo por tales tanto las que tienen al menos 250 trabajadores como las que, sin cumplir dicho requisito, presentan un volumen de negocio de más de 50 millones de euros y, a la par, un balance general superior a los 43 millones de euros. Quedan excluidas, por tanto, las microempresas y las pequeñas y medianas empresas.
Asimismo, las auditorías energéticas deberán cubrir, al menos, el 85% del consumo total de energía de las instalaciones de dichos negocios que formen parte de sus actividades industriales, comerciales y de servicios.
En cuanto a la periodicidad, habrán de realizarse cada cuatro años -la primera debió hacerse en 2016-, mientras que las sanciones por incumplimiento pueden llegar a los 60.000 euros.
¿Quién puede hacer una auditoría energética?
Tras la realización de la auditoría energética, para poner en marcha las medidas sugeridas lo mejor es, como siempre, ponerse en manos de personal de probada solvencia en el sector.
Según el Real Decreto 56/2016, una auditoría energética válida debe ser realizada por profesionales externos debidamente formados, que tendrán que demostrar su cualificación en materia energética mediante titulación universitaria o de FP, o bien acreditando su competencia profesional teórica y práctica.
También podrán efectuarlas técnicos cualificados de la propia empresa, siempre que no tengan relación directa con las actividades auditadas y pertenezcan a un departamento de control interno de la compañía. No obstante, lo más habitual es que este examen sea llevado a cabo por auditores energéticos independientes.
¿Cuándo hacer una auditoría energética en tu empresa?
Sin embargo, más allá de la normativa y de la obligatoriedad de este procedimiento en el caso de grandes empresas y grupos de sociedades, existen numerosos escenarios donde una auditoría energética tiene cabida: en todas aquellas empresas, independientemente de su tamaño, donde exista un alto consumo de energía y un gran potencial de ahorro, tanto energético como económico.
Dado que cada empresa tiene unas características únicas, por sus dimensiones y actividad, el coste de la auditoría variará. En todo caso, la inversión a realizar acabará compensando, teniendo en cuenta que el ahorro económico que derivará del energético terminará favoreciendo la propia competitividad del negocio. Además, aparte de abrir la puerta a una administración responsable de los recursos de que disponemos, efectuar una auditoría energética en la empresa es apostar por la responsabilidad social corporativa y el cuidado del medioambiente, apuesta con la que indudablemente salimos ganando todos.
