Seguro y flexible: así debe ser tu negocio digital
Combinar flexibilidad y seguridad es un requisito de partida para los negocios digitales. Lo uno es imposible sin lo otro. No hay esquema de ciberseguridad que resista rígidamente. Tampoco podemos transmitir la flexibilidad necesaria si no estamos prevenidos frente a las amenazas. Además, todo ello debe completarse con la sencillez de uso.
Adaptación flexible frente a las ciberamenazas
El primer paso para trazar planes de ciberseguridad es comprender un entorno que es cambiante. Por eso, hay que habituarse, como en tantos otros órdenes, a una permanente rueda de planificación y control. Y hay que hacerlo con rapidez.
No es raro, por tanto, que los negocios digitales apuesten por metodologías de planificación frecuente. Se plantean sucesivas iteraciones en las que, entre otros aspectos, se van dando respuesta a los cambios tanto internos como del entorno exterior. De este modo, se va aprendiendo lo que funciona y lo que no, dando respuesta a los retos.
Además, no podemos perder de vista nunca el carácter central de la ciberseguridad en la planificación y el control del negocio digital. Hay que atender de forma integral a sus repercusiones en múltiples ámbitos:
- La atención al cliente, las herramientas de distribución, publicidad y relaciones públicas. Nos interesa no solo planificar un negocio ciberseguro, sino también saber transmitirlo.
- Los proveedores y el conjunto de todos los que nos preceden o siguen en una cadena de suministro. La ciberseguridad es clave no solo para generar confianza, sino también para eliminar cuellos de botella y preparar soluciones ante incidencias de seguridad.
- Los procesos internos, la gestión del personal y las herramientas utilizadas. La confianza digital del equipo es uno de los factores clave para que los proyectos e inversiones tengan sentido en un negocio electrónico.
- El cumplimiento normativo. Nos interesa prevenir ataques a las herramientas que pretenden facilitarlo en diferentes ámbitos legales, ya que pueden estar ligados a malas prácticas.
- El seguimiento de los flujos de cobros y pagos. Este campo está en plena efervescencia tecnológica y de refuerzo de su seguridad.
- Los flujos de datos e información. Hay que atender especialmente a todo aquello que sea sensible o confidencial.
Los motores de la flexibilidad
Hay que ser flexibles por varios motivos. En principio, hay que estar atentos a las noticias sobre las nuevas amenazas como virus o fraudes que surgen. Es importante estar en contacto con técnicos expertos con capacidad para vislumbrarlas antes de que sucedan. Los profesionales, de hecho, conocen cuáles pueden ser las vulnerabilidades y las posibles líneas de ataque.
Al mismo tiempo, estos profesionales están al tanto de las oportunidades para reforzar la ciberseguridad. El continuo avance de tecnologías como la biometría, la criptografía, la inteligencia artificial para la detección de fraudes, etcétera, permite realizar los procesos internos y la atención al cliente de formas novedosas.
Además, también debemos hacer un seguimiento puntual de las necesidades y deseos de los clientes. Aunque cambien con el tiempo, las nuevas respuestas deben seguir siendo tan ciberseguras como siempre. Y, si es posible, hay que aprovechar la ocasión para aplicar mejoras en la seguridad del negocio.
Otro tanto sucede con las reformas normativas que pretenden reforzar la ciberseguridad. Normalmente, conocemos sus líneas generales desde que son un proyecto o antes, como simple noticia. Además, suelen entrar en vigor un tiempo después de su aprobación e, incluso, presentan períodos transitorios desde su primera aplicación hasta el punto al que se quiere llegar. Eso da una oportunidad de obtener una ventaja a las empresas que comienzan a trabajar pronto en el nuevo escenario.
La facilidad de uso
Además, la ciberseguridad flexible debe combinarse con una facilidad de uso de cualquier herramienta o proceso que apliquemos. Por lo tanto, en la planificación debe ponderarse siempre este factor. De lo contrario, acabaremos restringiendo mucho las actividades por falta de confianza.
En ese sentido, para todo negocio digital resulta crucial acompañar el cambio. Si vamos a ejecutar acciones para ser más ciberseguros, debemos hacerlo de la mano de los destinatarios, en especial si son clientes o trabajadores.
De hecho, la seguridad informática y de las comunicaciones tiene mucho de empatía. De poco sirve insertar herramientas innovadoras en protocolos muy medidos sin tener en cuenta a las personas.
Hay que plantearse cómo se encuentra la cultura digital de aquellos con los que nos relacionamos. Cada colectivo o segmento tiene su propia trayectoria, sus características, su proclividad o resistencia al cambio…
A lo largo del camino, las partes implicadas acaban entendiendo lo que se hace. Ven las acciones para reforzar la seguridad como algo positivo que mejora su experiencia. No olvidemos que la confianza a la que contribuye genera sentimientos muy positivos.
Todo esto hay que analizarlo para llevar a cabo una transición sin demasiadas fricciones. La ciberseguridad debe plantearse como un reto, no como un obstáculo. De su desarrollo, la empresa digital obtiene aprendizaje y oportunidades para el crecimiento.