En la era pos-COVID la oficina que más conviene es la más sostenible
En el último año y medio, las oficinas y los métodos de trabajo tradicionales han cambiado más que en décadas pasadas. Hoy, con la vuelta progresiva a la normalidad, las compañías miran a la oficina sostenible.
De un día para otro, la pandemia de la COVID-19 obligó a desalojar los atestados centros de trabajo y cientos de millones de personas de todo el mundo tenían que seguir con su labor desde casa. Si miramos solo a España, de la noche a la mañana, el coronavirus convertía en realidad aquella vieja aspiración de las plantillas que desde hacía varios años venían reivindicando sin que terminara de asentarse. Según datos de Randstad, en el pico de la pandemia llegaron a teletrabajar tres millones de españoles, el triple que antes de la pandemia y, a comienzos del 2021, todavía lo hacían algo más de dos millones, según el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).
Ahora, el avance en los procesos de vacunación y el control de las curvas de contagios está permitiendo una paulatina vuelta a la normalidad, en la que se empiezan a redefinir las propias oficinas. Miles de empresas que mandaron a toda su plantilla a casa, para proteger la salud de sus empleados, empiezan a ver como están regresando. Aunque lo hacen a un lugar muy diferente al que dejaron atrás hace año y medio. Más pequeño, quizá, porque el teletrabajo ha llegado para quedarse y, también, mucho más sostenible.
De hecho, en este periodo pospandemia, muchas empresas buscan sitios más funcionales, confortables y respetuosos con el medio ambiente. Las compañías quieren ahorrar en metros cuadrados o en su factura energética, pero también buscan lanzar al mundo el mensaje de que están comprometidas con la sostenibilidad del planeta, la reducción drástica del consumo de combustibles fósiles y la emisión de gases de efecto invernadero.
Consejos para elegir la oficina ideal
Siguiendo las líneas antes establecidas, ¿cómo deben ser las oficinas de la era pos-COVID en un mundo que, además, se enfrenta al desafío climático?:
- Menos espacio, pero mejor aprovechado. Se acabaron las zonas amplias con mesas vacías la mayor parte del tiempo. Con el teletrabajo, cada vez es más difícil que todos los empleados coincidan en tiempo y espacio. En su lugar, las plantillas están rotando y ocupando recursos comunes. De hecho, en muchos sitios la antigua idea del puesto de trabajo personalizado con las fotos de los niños o la taza portabolis del último cumpleaños ha pasado a la historia. En su lugar, en los centros de trabajo se están imponiendo las dinámicas del coworking. Por eso hoy muchas compañías están alquilando oficinas más pequeñas para la mitad o un tercio del personal, porque el resto se conecta, o lo hará, desde casa.
- Más lugares de encuentro. Aunque sean más pequeñas y tengan menos mesas y sillas, las nuevas oficinas apuestan por espacios para el encuentro o reservados para organizar videollamadas. La pandemia ha demostrado que la colaboración es posible desde cualquier sitio y a cualquier hora gracias a herramientas como Teams, Zoom o Webex. Y por ello hay que habilitar espacios polivalentes y de videocolaboración.
- Los materiales importan. Las empresas comprometidas con el cuidado del medioambiente exigen un mobiliario sostenible. Muebles que empleen, por ejemplo, materiales reciclados. Una mesa de caoba puede ser imponente y bella, pero para el planeta (y para el bolsillo) también es un despilfarro intolerable. Se imponen los tableros fabricados con maderas recicladas o las sillas construidas con plásticos, aceros y aluminios de segundo uso. En general, las compañías empiezan a estar más atentas a la huella de carbono que generan sus proveedores, también en lo que afecta al propio material de papelería, con la mirada puesta en la economía circular.
- Menos equipos conectados. A nivel energético, al no tener puestos fijos, las nuevas oficinas van a contar con menos dispositivos conectados permanentemente a la red eléctrica en modo stand-by. En este sentido, dotarse de temporizadores puede ser una buena manera de consumir menos y cuidar así el planeta. Además, conviene aprovechar sobre todo las horas de luz y evitar la noche o las madrugadas, e instalar lámparas led donde sea posible. Sencillas pautas que nos harán ahorrar en la factura de la luz y realizar un uso de los recursos más responsable.
- La ubicación también será clave. No servirá de nada que las empresas usen muebles de materiales reciclados, si luego están ubicadas en sitios del extrarradio difícilmente accesibles en transporte público que obligan a todos los empleados a usar el coche. La oficina ideal es aquella a la que es posible llegar en transporte público o próxima a los domicilios de los empleados, para que estos puedan ir caminando, en bici o patinete. Por ello, la huella de carbono en el transporte pasa a ser decisiva a la hora de elegir un nuevo emplazamiento.
- Es cuestión de hábitos. Igual que se pueden acostumbrar los empleados a desconectar los aparatos cuando no los usan, también pueden prescindir del ascensor, que consume una gran cantidad de energía, cuando no sea estrictamente necesario. Además, subir escaleras es un ejercicio muy recomendable. También se debe fomentar la cultura de no abusar del consumo de papel, imprimiendo lo menos posible y, cuando sea necesario, haciéndolo a doble cara usando una mancha de tinta o de tóner mínima. Basta con revisar la configuración de impresión para obtener una versión más respetuosa con el medioambiente. Asimismo, se deben establecer zonas de reciclaje en las oficinas, donde se separen los papeles, plásticos y residuos orgánicos que se generan, para su posterior tratamiento. Todo suma para consumir menos.
- Verde para purificar el aire. Añadir elementos vegetales o incluso jardines verticales permiten hacer más acogedor los espacios, darles calidez. También es un método natural para purificar el aire. En los proyectos de interiorismo cada vez se incluyen más estos elementos, que hoy deben ser tenidos en cuenta si estamos pensando en cambiarnos a un sitio más agradable.