¿Qué es mejor: renting o leasing? En esto debes fijarte para elegir
A la hora de adquirir un bien, existen diferentes maneras de financiarlo, alternativas a la compra, que pueden ser más o menos convenientes dependiendo de lo que necesitemos.
Dos de las fórmulas más habituales son el renting y el leasing, unas opciones de alquiler a largo plazo que, aunque diferentes, tienen en común una mayor flexibilidad.
Para saber qué tipo de financiación se adapta mejor al caso de nuestra empresa, tendremos que revisar cuáles son nuestras necesidades.
Índice
- ¿En qué se diferencian el leasing y el renting?
- ¿Cuándo es mejor el renting que el leasing?
- ¿Cuándo es mejor el leasing que el renting?
- Buscando la mejor opción
¿En qué se diferencian el leasing y el renting?
Aunque son dos formas de arrendamiento financiero que ahorran al arrendador el desembolso de la inversión inicial propia de una compra, el renting y el leasing presentan diferencias notables que conviene conocer antes de tomar una decisión.
Por un lado, como define el Banco de España, el renting es un contrato de alquiler de bienes muebles, “a cambio del pago de cuotas periódicas prefijadas, que suele ser ofrecido por entidades de crédito y compañías especializadas, pero también por divisiones y filiales de los propios fabricantes de los bienes”.
La principal ventaja que muestra este tipo de contrato es que en él vienen incluidos todos los servicios y costes asociados al bien objeto del alquiler. Por este motivo, es muy habitual este tipo de contratos cuando lo que se desea alquilar es un coche de empresa, equipos de trabajo, instalación de sistemas energéticos como placas solares…
Por ejemplo, en el caso de que se trate de un coche financiado con un contrato de renting, este incluirá la matriculación, la póliza del seguro, las revisiones, los impuestos, las inspecciones técnicas obligatorias, el mantenimiento, etc.
Por otro lado, la definición que da el Banco de España para el leasing es la de un contrato en el que el arrendador de un bien cede su uso y disfrute al arrendatario, a cambio de unas cuotas periódicas que comprenden el coste de la cesión, los intereses y los gastos asociados a la financiación. En este caso, y a diferencia del renting, pueden ser tanto bienes muebles como inmuebles.
El principal reclamo de un contrato de leasing es que suele tener una duración igual o inferior a la vida útil del bien y, al final, ofrece la opción de adquirirlo a través del pago del valor residual que quede. Si no está interesado en la compra, el arrendatario, según lo acordado en el contrato, podrá devolverlo.
Además, el leasing no incluye los servicios y costes asociados al bien que sí cubre el renting, por lo que, en este caso, son asumidos por el arrendatario.
¿Cuándo es mejor el renting que el leasing?
Dependiendo del tipo de bien que queramos alquilar, del ahorro que queramos tener y, sobre todo, de nuestra previsión para el futuro, el renting será la opción más atractiva, por estas razones:
Renting para disfrutar del uso del bien sin preocuparte por nada más
La principal ventaja que presenta el renting es que se trata de una fórmula que permite delegar la gestión en la empresa arrendadora, ya que será esta la encargada de administrar los bienes, vigilar su mantenimiento o pagar los costes asociados.
De esta forma, el arrendatario se libera de responsabilidades y obligaciones.
Renting para cambiar de modelo cada poco tiempo
Por la propia naturaleza del contrato, el renting es la opción perfecta para aquellos casos en los que queremos invertir lo menos posible en el bien que vamos a alquilar.
Por ello, suele ser una fórmula muy frecuente en el caso de aquellos bienes que tienen un deterioro rápido y que necesitemos renovar cada cierto tiempo.
El renting cuenta como gasto
Desde una perspectiva contable el renting cuenta como un gasto adicional, ya que se trata de un servicio -no un activo o un pasivo-.
Si su uso está destinado a la actividad laboral, además, será posible deducirse el IVA y el IRPF.
¿Cuándo es mejor el leasing que el renting?
El leasing es una opción de financiación que solo pueden llevar a cabo los bancos, las cajas de ahorro, las empresas financieras o, en última instancia, el fabricante o el distribuidor del bien objeto del contrato -en este caso, se denomina leasing operativo-.
Muchas empresas suelen preferir acordar un contrato de leasing cuando se plantean la posibilidad de comprar el bien alquilado, sin tener que realizar el desembolso inicial de una compra tradicional.
Además, sus ventajas frente al renting son las siguientes:
Leasing para tener el bien financiado en propiedad
Con el leasing, la financiación del bien se va haciendo mediante cuotas periódicas, de forma que, cuando concluye el contrato, si el arrendatario está interesado en obtener la propiedad, encontrará que solo queda por abonar un valor muy residual para realizar la compra.
Si no lo está, podrá devolver el bien o prorrogar el contrato de leasing si así se ha contemplado.
Leasing para administrar el bien tú mismo
En esta modalidad, es la empresa que arrienda la que tiene la propiedad del vehículo; la titularidad, por su lado, pertenece al arrendatario. Por lo tanto, será este último quien asuma todos los gastos y responsabilidades del bien, pero también quien decida cómo administrarlo.
Por ejemplo, en el caso ya mencionado del coche, si somos los arrendatarios del leasing podremos elegir la póliza de seguro que más nos convenga, en función de nuestros deseos.
El leasing se contabiliza como activo de negocio
Desde el punto de vista contable, el leasing figurará como uno de los activos del negocio del arrendatario. Las cuotas, además, son deducibles en el impuesto de sociedades.
Buscando la mejor opción
Ninguna opción es mejor que la otra a priori: elegir entre renting o leasing dependerá de lo que estemos buscando y, especialmente, de si nos es conveniente mantener el bien alquilado al final del contrato o delegar todo tipo de administración sobre el mismo. Solo valorando la información y las diferencias entre una y otra forma, podremos tener la garantía de que estaremos acertando con nuestra decisión.